La Orquestra de Cambra Illa de Menorca tocó este lunes su tradcicional Concierto de Fin de Año en un recorrido musical por varios estilos y compositores para ofrecer un compendio musical ameno y acertado para estas fiestas.
El repertorio propuesto trazaba un recorrido musical atractivo y equilibrado que combina identidad, lirismo, brillantez orquestal y popularidad, configurando un programa ideal tanto para el público general como para oyentes con mayor bagaje musical. Se trataba de una selección que viaja del romanticismo español al nórdico, pasando por el esplendor vienés y culminando con una de las óperas más universales del repertorio francés.
La Sinfonía de La tapada del retiro de Nicolau Manent abrió el programa con una reivindicación del patrimonio musical español del siglo XIX. Manent, compositor hoy poco interpretado, representa una generación que buscó dotar a la música española de un lenguaje sinfónico propio, dialogando con la tradición europea pero incorporando elementos melódicos y rítmicos de raíz nacional. Esta obra, inspirada en una zarzuela, posee un carácter narrativo y teatral muy marcado, con contrastes expresivos y una orquestación clara que conecta directamente con el público. Su inclusión no solo aporta valor histórico, sino que también sitúa la música española en igualdad de condiciones dentro de un programa internacional.
La transición hacia Edvard Grieg y su Suite nº 1 de Peer Gynt introduce un cambio de paisaje sonoro. Grieg logra traducir la literatura de Henrik Ibsen en música de enorme poder evocador, donde la naturaleza, la fantasía y el drama humano se funden con gran sensibilidad. Piezas como Mañana o En la gruta del rey de la montaña son ejemplos paradigmáticos de cómo la música programática puede ser accesible y profunda al mismo tiempo. La suite aporta lirismo, color orquestal y una atmósfera poética que contrasta eficazmente con el dramatismo inicial de Manent.
El bloque dedicado a Johann Strauss II introduce un espíritu festivo y luminoso. El Fest-Marsch, el Schatz-Walzer y Stürmisch in Lieb’ und Tanz representan la Viena del esplendor, el baile y la elegancia. Strauss domina como pocos el arte de convertir ritmos populares en música sinfónica refinada, capaz de transmitir alegría, sofisticación y vitalidad. Estas obras funcionan como un auténtico respiro emocional dentro del programa, conectando de inmediato con el oyente a través del ritmo, el brillo de la orquesta y la sensación de celebración colectiva.
El cierre con la Suite de Carmen de Georges Bizet es especialmente acertado. Carmen sintetiza pasión, drama y exotismo, con melodías inolvidables que han trascendido el ámbito operístico. La suite condensa los momentos más emblemáticos de la obra, desde la sensualidad de la Habanera hasta la energía de las danzas y los pasajes más dramáticos. Bizet ofrece aquí una culminación perfecta del programa: intensa, colorida y profundamente comunicativa.
En conjunto, este repertorio destacaba por su variedad estilística, su equilibrio entre obras conocidas y menos frecuentes, y su capacidad para mantener el interés del público de principio a fin. Es un programa que celebraba la diversidad cultural de Europa y el poder narrativo de la música orquestal, demostrando que la emoción, la tradición y el disfrute pueden convivir en un mismo concierto.
