Eva Remolia/AMIC
La Navidad suele asociarse con alegría, reencuentros y celebración. Pero cuando has perdido a una persona querida, estas fechas pueden convertirse en un recordatorio constante de su ausencia. La primera Navidad después de una pérdida puede ser especialmente dura. No existe una forma correcta de vivirla, pero sí algunas claves que pueden ayudar a atravesar este periodo con mayor cuidado y respeto hacia uno mismo.
Aceptar que será diferente
El primer paso es asumir que esta Navidad no será como las anteriores, y no pasa nada. Intentar forzar una normalidad que ya no existe puede generar aún más dolor. Aceptar la tristeza, la nostalgia o incluso la rabia forma parte del proceso de duelo. No es necesario “estar bien” porque sí.
Darse permiso para sentir
Durante la Navidad, la presión social por estar feliz puede ser muy fuerte. Es importante recordar que todas las emociones son legítimas: llorar, sentir vacío, querer estar solo o, por el contrario, necesitar compañía. El duelo no sigue un calendario ni entiende de fiestas.
Hablar de la persona que falta
Evitar el nombre de la persona querida no hace que el dolor desaparezca. A menudo, recordarla y hablar de ella puede resultar reconfortante. Compartir anécdotas, mirar fotografías o explicar qué representaba puede ayudar a mantenerla presente de una forma amorosa, no solo desde la ausencia.
Adaptar las tradiciones
Las tradiciones navideñas pueden ser un refugio o una fuente de sufrimiento. Puedes mantenerlas, adaptarlas o dejarlas de lado, según cómo te hagan sentir. Tal vez este año no apetezca preparar la misma cena, poner el mismo árbol o celebrar en la misma fecha. Darse flexibilidad es clave.
Crear un pequeño ritual de recuerdo
Algunas personas encuentran consuelo en crear un ritual simbólico: encender una vela, dedicar unas palabras, hacer una donación en nombre de la persona querida o reservar un momento de silencio. Estos gestos ayudan a integrar la pérdida dentro de la celebración, sin negarla.
Pedir y aceptar ayuda
No es necesario pasar esta Navidad solo si no se desea. Compartir el dolor con familiares, amigos o personas de confianza puede aliviar la carga. Y si el sufrimiento es muy intenso, buscar apoyo profesional también es una opción válida y valiente.
Escuchar las propias necesidades
Tal vez esta Navidad necesites más descanso, menos compromisos o espacios de silencio. O quizá necesites distracción y actividades. Escuchar lo que necesitas tú, y no lo que se espera de ti, es un acto fundamental de autocuidado.
Entender que el duelo no tiene fecha de caducidad
Aunque pase el tiempo, es posible que cada Navidad remueva emociones. Eso no significa que no avances, sino que el amor por esa persona continúa. Con los años, el dolor puede cambiar de forma, pero el recuerdo sigue presente.
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