El descenso repentino de las temperaturas vivido estos días en Menorca, con mínimas que han llegado a rozar los 5 grados en el aeropuerto y apenas 2 grados en zonas más elevadas como El Toro, no solo marca el inicio del invierno climatológico, sino que también tiene consecuencias directas sobre el funcionamiento de los vehículos. Cuando el frío irrumpe de manera abrupta, muchos componentes del coche ven alterado su rendimiento, lo que puede afectar tanto a la seguridad como a la fiabilidad del motor. Por ello, conviene conocer qué ocurre en estas circunstancias y qué medidas pueden evitar averías o problemas inesperados.
La bajada térmica influye especialmente en la batería, los aceites, los neumáticos, los sistemas de frenos y los líquidos esenciales del vehículo. Ante temperaturas que caen repentinamente, incluso dentro de márgenes moderados, estos elementos pueden perder eficacia o requerir más energía para funcionar correctamente. Una revisión preventiva y ciertos hábitos de conducción se vuelven clave para mantener el coche en buenas condiciones.
La batería y el aceite, los primeros en acusar el frío
La batería es uno de los componentes más sensibles a las bajas temperaturas. El frío ralentiza las reacciones químicas internas que generan electricidad, lo que reduce su capacidad para arrancar el motor. Este efecto se nota especialmente cuando la batería ya tiene más de tres años o si no se encuentra en un estado óptimo. Un vehículo que funcionaba sin problemas antes del descenso térmico puede presentar dificultades en el arranque tras una noche fría.
El aceite del motor también se ve afectado. Las temperaturas bajas incrementan su viscosidad, lo que dificulta que circule con fluidez y lubrique adecuadamente las partes internas durante los primeros segundos de funcionamiento. Esta situación aumenta el desgaste del motor e incluso puede generar daños si el aceite es antiguo o no está formulado para climas fríos. La recomendación de los expertos es revisar su estado y utilizar el tipo de aceite indicado por el fabricante para bajas temperaturas.
Neumáticos, frenos y líquidos: componentes que requieren atención
Otro de los efectos directos del frío es la disminución de la presión de los neumáticos. Por cada descenso de diez grados en la temperatura ambiente, la presión puede bajar alrededor de un 10 %, lo que afecta a la adherencia, la distancia de frenado y la estabilidad del vehículo. Una presión insuficiente también incrementa el desgaste de la banda de rodadura. Revisar las ruedas de manera regular es fundamental cuando el termómetro cae bruscamente.
Los líquidos del vehículo también pueden sufrir las consecuencias del frío. El líquido limpiaparabrisas puede llegar a congelarse si no contiene aditivos anticongelantes, mientras que un anticongelante en mal estado puede comprometer gravemente el motor, llegando a dañar el radiador o los conductos de refrigeración. Igualmente, el sistema de frenado puede perder eficacia temporalmente, por lo que es recomendable comprobar su estado y funcionamiento.
El sistema de climatización, imprescindible en días fríos para desempañar los cristales, también requiere más energía del coche. El uso simultáneo de calefacción, desempañadores y asientos calefactados aumenta el consumo y puede exigir un esfuerzo adicional de la batería en trayectos cortos.
Consejos prácticos para conducir con temperaturas bajas
Ante esta bajada repentina de las temperaturas, algunos consejos pueden marcar la diferencia. Si la batería tiene más de tres años, es aconsejable valorar su sustitución o, al menos, verificar su carga. Conviene usar aceite con la viscosidad adecuada para invierno y revisar el nivel del anticongelante y del líquido limpiaparabrisas. Para evitar que los limpiaparabrisas se peguen al parabrisas, algunos conductores optan por dejarlos levantados durante la noche.
En cuanto a los neumáticos, se recomienda comprobar la presión siguiendo las indicaciones del fabricante, especialmente si el coche ha pasado varias horas a la intemperie. Y al emprender la marcha, conducir con suavidad es esencial: se aconseja evitar aceleraciones bruscas y no superar las 2.500 revoluciones por minuto hasta que el motor alcance su temperatura óptima.
Con estos sencillos pasos, es posible minimizar los efectos del frío y garantizar una conducción más segura en los días en los que el invierno irrumpe de forma inesperada.
