Hace falta una toma de contacto amplia, de la que surja una sola voz para un tema como el de evitar el sufrimiento animal en el marco de las fiestas patronales. No se trata tanto de ir en contra de una tradición enraizada en el ADN de la isla si no más bien de evitar que se reproduzcan situaciones como las de la muerte de caballos por problemas de salud que se podrían haber evitado.
El caballo realiza un esfuerzo extraordinario en el ámbito de la fiesta. Más allá de esto, como indica Joana Carreras de la Protectora de animales Máo, "hay que tener en cuenta lo que no se ve".
Tiene conocimiento de caballos que a lo largo de todo el año "sufren un déficit en su cuidado. Al llegar las fechas señaladas de los jaleos, les someten a un cambio de hábitos y de ritmo de trabajo que les permita lucir bonitos en esos días y cumplir con los saltos en el jaleo. Pero al acabar el verano, vuelven al redil con importantes deficiencias de atención veterinaria, de mantenimiento de un correcto estado físico e incluso de alimentación".
Así pues, la deriva de estas situaciones se traduce a veces en cólicos o en otros males. "Los propietarios son los responsables de los animales todo el año, no solo cuando llega el momento de salir a la plaza".
Según Carreras, sería necesario "establecer algunos criterios que pudieran garantizar un mejor estado de la salud de los animales dentro y fuera de los días de fiestas". Por eso tienen previstos contactos con el sector hípico, veterinarios, propietarios, cuidadores y cualquier persona que tenga algo que decir en este tema.
Se busca un consenso para conseguir unas fiestas más amables para los caballos
